jueves, 21 de febrero de 2008

RELATOS DE VACACIONES

Ya estoy de vuelta. Y me dispongo a compartir con ustedes la primer anécdota hot de mis vacaciones. ¿Están prontos? Bueno, ahí va:

Estaba yo tomando sol en la playita, muy cómodo y a gusto, de ojos cerrados y totalmente relajado, cuando de pronto intuyo una presencia a mi lado.
Abro los ojos y allí estaba, imponente...Pamela !!!!


Me miró fijo, hizo una mueca pícara, y me dijo muy suelta de cuerpo:
"¿No pensabas llamarme, pelado?"

Me quedé mudo de asombro. No atiné a contestar nada.
Ella volvió a hacer un mohín, se acercó y me susurró al oído:
"Voy a tener que castigarte por ser tan malo"

Y en el preciso momento en que intenté superar mi sorpresa y ensayar una respuesta, justo en ese instante siento una voz fuera de contexto que me dice:

"Despertate, paparulo, que te quedaste dormido al sol".

Y me desperté nomás. Después me dijeron que roncaba y me estaba babeando, pero con una extraña sonrisa en el rostro....


En fin, así son las cosas. Pero lo cierto es que lo pasé bárbaro en mis vacaciones.
La prima Eli prestó la casa del balneario y se fue a sambar, campeonando y todo. Pero eso es otra historia, que ya contaré a su debido tiempo.

Por el momento, veamos unas fotos:


La primer foto de las vacaciones alude, inevitablemente, a una costumbre ancestral.
La contemplación del fuego se halla presente desde cientos de milenios atrás en la impronta del ser humano. La conquista u obtención de este elemento, que los griegos celebraban a través del mito de Prometeo, tuvo siempre suprema importancia.


Esta foto y la siguiente ya son un poco menos místicas. En todo caso, prueban que se comió bien durante las vacaciones (los datos de la balanza son top secret) y que la parrilla se encargó de asar todas las vituallas.


Más fotos: aquí se confunden en uno solo el fotógrafo y la composición, sin que se vea nada más que arena y sombra. El hombre y la ilusión de su conciencia, diría un cartesiano:

Y ya que hablamos de filosofía y costumbres ancestrales, en estas vacaciones cumplí una especie de rito de pasaje: como prueba de valentía, me subí a las aerosillas de Piriápolis con mi hija. Mientras tanto, mi señora parecía un político: alentaba y alentaba en su discurso, pero en los hechos se quedó mirando sin participar. Flor de viva.


Ya jugado, tomé unas cuantas fotos. Y no me tembló la mano, que conste.
Aquí tenemos una buena panorámica de Piriápolis...desde el aire:



Un anochecer en la costa siempre invita a sacar una linda toma: todo el mérito de esa penumbra que avanza y esos tintes rojizos es de la Naturaleza y el Creador que opera en ella:



Y aquí me sucedió algo curioso: tomé una foto casual desde el fondo de la casa y luego se me antojó similar a algo que no podía recordar:


Después de muchas vueltas en la cabeza, se me hizo presente una imagen concreta: una pintura de René Magritte, "Le seize septembre":


En la que sigue, otra vez la paleta de tintes rojizos: volvemos al cielo de un atardecer:

Y la próxima gustará a los amantes de las marinas. En medio de un puerto poblado de coquetos yates, en tren de buscar una toma original, fue este pequeño retacón el que llamó mi atención:



Volvemos a temas mitológicos y a dioses, otrora poderosos, hoy olvidados. Aquí se aprecia a un vigilante Neptuno, atento a lo que sucede en sus dominios:

Y la última foto (last but not least) es toda una metáfora de la calma y el remanso. Sólo faltan unos botecitos de vela latina para que se asemeje a las riberas del Nilo. Pero es el arroyo Sarandí a la altura del balneario Costa Azul:


Ojalá les hayan gustado. Son apenas unas imágenes tomadas en días de absoluta distensión y cero preocupaciones (o sea, como debería ser siempre la vida, si no fuera por la fabulosa habilidad del ser humano para complicarlo todo).

En cuanto a Pamela, todo me pareció tan real que no sé qué pensar al respecto. Para mí que estaba nomás en la playa y me la corrieron a chancletazos (la historia de mi vida...).

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