domingo, 21 de noviembre de 2010

PELÍCULAS MENORES, PALABRAS MAYORES



A veces, en las peliculas consideradas "menores" es donde se encuentran agradables sorpresas.
Por lo menos, ese es el caso de "Hachi" ("Siempre a su lado" en estos pagos), que se está exhibiendo en Montevideo en estos momentos (por lo menos, mientras escribo estas líneas).

Misterios insondables de los canales de distribución, hacen que este filme del año pasado haya aparecido en nuestras carteleras ahora. Pero más vale tarde que nunca, al menos en este caso.

Richard Gere interpreta a Parker Wilson, un profesor que un buen dia encuentra a un perrito en la estación de trenes de su ciudad. Y a partir de allí se desarrolla una historia que puede parecer simple, pero que cala muy hondo en temas tan poco en boga actualmente, como ser la lealtad y el afecto sin límites.


La película es muy buena y, más allá de la actuación de Gere (que es muy correcta), cuenta con Joan Allen (como Cate Wilson), Jason Alexander (a quien algunos recordarán de la serie "Seinfeld") y un elenco interesante.
De todas formas, quien centra la atención en este filme es Hachi, el perro de raza akita que verdaderamente protagoniza la historia.


Lo que se muestra en la pantalla está rigurosamente basado en hechos reales. Quizá ustedes conozcan la historia, pero se las cuento de todas formas (y si no la conocen y piensan ver la película, mejor no sigan leyendo).

Allá por el año 1924, Eisaburo Ueno era un profesor de la Universidad de Tokio. Había adoptado como mascota a un perro akita, al cual puso el nombre de Hachiko.
Muy pronto, Hachiko tomó por costumbre esperar a su amo en la estación de tren de Shibuya. Y lo hacía todos los días, a la hora en que su amo regresaba del trabajo.

Quiso el destino que el profesor Ueno falleciera en 1925 mientras se encontraba en la Universidad. Sin embargo, el amor y la lealtad del perrito no conocieron límites: cada día, durante los siguientes nueve años, esperó el regreso de su amo en la estación de trenes.
Hachiko no hacía caso de los peligros ni de la lluvia o el frío inclemente: jamás dejó de aparecer en el andén a la hora en que el profesor Ueno solía regresar cuando vivía.

Con el tiempo, el perro se hizo figura conocida en la estación de trenes y muchas personas ayudaron desinteresadamente para que subsistiera. Pero nunca aceptó otro amo y, al parecer, jamás perdió la esperanza de que el profesor regresaría.
Hachiko moriría en 1935 y sería enterrado en el lugar que él hubiera elegido: junto a su amo.

Una estatua conmemora al fiel perro en la estación de trenes de Shibuya, que hasta tiene un día de celebración en su recuerdo: el 8 de abril.


No es ésta la primer película que rinde tributo a la lealtad y la fidelidad de Hachiko: en 1987 un filme japonés contó su historia y fue un éxito local de taquilla.

Tampoco es el único caso documentado de fidelidad de una mascota más allá de la muerte de su amo.
Aquí en Uruguay es famosa la historia de "Gaucho", un perro que supo estar a las puertas del hospital todo el tiempo que su dueño estuvo internado, posteriormente acompañó su cortejo fúnebre y, finalmente, custodió su lugar de descanso y terminó pernoctando en el cementerio hasta que falleció.

Similares son los relatos acerca de "Canelo" en Cádiz (España) y de "Alicio" en Córdoba (Argentina). Y seguramente hay muchos más que escaparon a la memoria colectiva.

Volviendo al filme, es muy recomendable y permite escapar de la habitual andanada de pavadas cinematográficas. También van a encontrar por aquí otras buenas novedades en materia de películas.

No hay comentarios.: